Muy pronto, las inquietudes de Costa por el estudio y el conocimiento estuvieron por delante de la tradición del mayorazgo, que suponía asumir la hacienda familiar. Su vida no fue fácil. Pasó grandes estrecheces económicas y padeció una distrofia muscular progresiva que le causó un gran sufrimiento toda su vida.
Sin embargo, su ansia por saber, por aprender, siempre estuvo por encima de las dificultades. "Si no puedo estudiar no quiero vivir", ese fue el lema de este ilustre aragonés, preocupado por el progreso y el bienestar del país. Un progreso que, para Costa, empezaba por la educación.
Gracias su espíritu innovador disfrutamos hoy de un colegio tan especial como este. El Ayuntamiento de Zaragoza impulsó su construcción en 1924. Cinco años más tarde se inauguró como el mejor y más moderno centro escolar de España, diseñado para desarrollar los principios pedagógicos progresistas que defendió Costa.
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| Costa fotografiado en 1870 (Gran Enciclopedia Aragonesa) |
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